El hecho de que los nombres propios se escriban con la inicial en letra mayúscula no siempre ha sido así y por supuesto tiene un origen.
En la época clásica se escribía todo en mayúsculas. Y así fue hasta que se inventó la minúscula en tiempos de Carlo Magno basándose en la letra carolina. En ese momento se busco un alfabeto más fácil de leer y escribir. Hacerlo en minúsculas fue una solución.
Desde ese momento, al escribirse en minúsculas, la mayúscula se mantuvo en los distintos idiomas en diferentes situaciones. Por ejemplo en alemán se mantuvo la mayúscula para encabezar todos los sustantivos y en español y otras lenguas romances, sólo los nombres propios.
En el siglo XII la mayúscula marcaba el inicio de un capítulo o párrafo y facilitaba la identificación de las personas citadas en transacciones y documentos.
En el siglo XV, con la llegada del humanismo, el uso de la capitular se impuso para distinguir los nombres propios de los comunes iguales (Rosa/rosa).
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