Quiero presentaros uno de los mayores tesoros que poseo. Se trata de una colección de novelas por entregas de finales del siglo XIX y principios del XX que heredé de mi abuela. Como podréis imagina no solo son un tesoro por el objeto en sí, que también, pero para mí tienen también un valor sentimental.
Para quienes no sepáis de qué se trata os diré que estas novelas se publicaban semanalmente en pequeños folletines y cuando se terminaba la historia, que podría demorar unos 2 o 3 años, se llevaban todas las entregas a un encuadernador para convertirlas en libros, generalmente en dos tomos.
Para quienes no sepáis de qué se trata os diré que estas novelas se publicaban semanalmente en pequeños folletines y cuando se terminaba la historia, que podría demorar unos 2 o 3 años, se llevaban todas las entregas a un encuadernador para convertirlas en libros, generalmente en dos tomos.
Yo no sé la de veces que las habremos leído entre mi abuela, mi madre y yo, por eso, algunas de sus hojas se han desprendido ya que están impresas en un papel de muy mala calidad. Todavía, cada cierto tiempo, mi madre me las pide para releerlas.
Son auténticos melodramas con unas historias truculentas donde priman las desdichas y los hijos bastardos, el amor, el abandono, hijos sin padre, hijos sin madre... En fin, un mar de lágrimas.
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